viernes, 22 de junio de 2012

una de mecánica

Ser una mujer soltera e independiente suena que te cagas de bien. Pero la realidad es bien distinta. Y más si mides 1,60 y pesas 45 kilos (y bajando). Y más si eres mona. Y más si eres rubia. Porque todos los hombres te miran así como si les dieras penita. La pobre rubia desvalida y diminuta que necesita mi ayuda.
Yo no soy una persona lista. Ni mañosa. Ni observadora. Ni tengo paciencia. Ni nada de nada. Sólo tengo una virtud para esta aventura de enfrentarse sola al mundo: que soy muy decidida. ¿Que hay que hacer un agujero? Pues yo cojo el taladro y a ver qué pasa. ¿Que hay que cambiar una bombilla? Pues yo me encaramo a la escalera y a ver qué pasa. ¿Que hay que apretar tuercas y poner tornillos y abrazaderas? Pues cojo mi llave inglesa y ese otro cacharro que no sé cómo se llama y a ver que pasa. Y así con todo. A ver qué pasa. Porque la madurez me ha enseñado que las consecuencias de las cosas en general no son para tanto. No hay tanto que perder por intentarlo. Así que dale. A ver qué pasa.
Mi última aventura ha sido con el coche. un día descubrí que las luces del freno no se apagaban. De puta madre. Porque ser una mujer soltera e independiente es regular, pero encima ser pobre ya es el colmo. Y en los talleres te timan, eso lo sabe todo el mundo. Así que maldije en arameo y llamé a mi exnovio Gui, que utiliza su única neurona para cosas de coches. Una cosa es que me defienda sola y otra que no pueda preguntar. Además él me conoce y puedo hablarle con mala hostia sin que se asuste demasiado. Le conté lo que pasaba y me dijo:

-         Ahhh, eso es la fleribrestres del pedal.
-         Si, eso creía yo.
-         Eso es muy fácil. Tú cojes, desmontas los plumbercios y desatornillas los candimborcios y luego ya…
-         Sí, sí, muy fácil todo.
-         ¿Quieres que vaya yo y te lo haga?
-         No. No quiero. – estoy de muy mal humor y no quiero la ayuda de ningún hombre para nada, allá y me muera en el intento.
-         Pero mujer, que no me cuesta. No te pongas tú a llenarte de grasa y a mancharte y a hacer extraños tirada por el suelo.
-         ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿No puedo hacerlo? ¿Tengo exceso de estrógenos para poder hacer eso? ¿Tener tetas me lo impide?
-         No… el tema es que igual no aciertas…
-         ¿NO? ¿por qué mierda no voy a saber hacerlo? ¿Crees que soy tonta? ¿Crees que necesito un hombre para todo?
-         Cariño, ¿estás bien?
-         ¡¡¡No me preguntes si estoy con la regla!!! Ni se te ocurra, ¿me oyes?

Mi pobre ex balbuceó una especie de disculpa y me intentó tranquilizar. Romperé una lanza a favor de los hombres, porque bendita paciencia la suya. Luego me explicó como se llamaba la pieza en cuestión y cómo se cambiaba. Vale, no era tan complicado. Hasta una rubia sabría hacerlo. De hecho, estuve hurgando y llegué a la conclusión de que era totalmente factible hacerlo y ahorrarme la pasta del taller para gastármelo en drogas duras.
Así que al día siguiente me fui a una tienda de recambios que también me indicó mi ex. Está al lado de mi casa y no la había visto en la vida. Les expliqué lo que quería y me dieron una piececilla. La miré y dije muy seria que esa no era porque la clema no iba a encajar. En la tienda había un tipo cachas y tatuado de esos que nos miran a las rubias como si les debiéramos la vida. El tipo me miró con una sonrisa burlona y me dijo:

-         Ah, ¿que lo vas a cambiar tú? ¿Tú solita?

Me giré despacio, y le clavé esos ojos que pongo yo a veces y hacen recular a cualquiera. Sonreí gélidamente y le dije muy despacio:

-         Sí, con los dos cojones que no tengo.

El pobre chico no sabía si reírse o llorar. Así que optó por explicarme con todo detalle lo que tenía que hacer. No sé por qué, tengo la sensación de que esperaba que le pidiera ayuda, que le dijera, “ven y me lo haces tú, oh todopoderosohombre.” Pero no. Le dí las gracias y me fui. O lo arreglo o me lo cargo, pero por mis ovarios que lo hago sola.
Después de unos diez viajes a la tienda de repuestos porque el dependiente era idiota, terminé por arrancarle de las manos el catálogo, buscar la que yo necesitaba y decirle con aire marcial que me encargara esa y me la trajera ipso-facto. Así que la cambié tras unos cuantos forcejeos y romperme una uña. Y ahora funciona. ¡¡FUNCIONA!! Por siete euros con cincuenta he arreglado las luces y me siento de puta madre. Seré una mujer soltera, independiente y pobre, resentida con los hombres, con mala leche y encima rubia… pero me las apaño bastante bien.

7 comentarios:

Gata dijo...

Jajajajjaj!! Eres genial!! xD Acabo de descubrirte (gracias por seguirme), y me parto con tu sentido del humor.
Con tu permiso, me quedo por aquí, siguiendo tus aventuras de chica mona y rubia independizada.
Saludos! ^^

PUMI dijo...

yo tambien me uqedo!! que ahora ademas estoy de talleres,... los necesito, creeme, yo no tengo a donde subir el coche para verlo por debajo... qeu si no!! jajjaja, de que!!!!
buen finde!

Tomate dijo...

Jaja ole tu!! Buenísimo lo de con los 2 cojones que no tengo xD yo tmb soy de las que quieren hacer las cosas solas sin ayudas de súper machos xD aunque lo mío solo llega a abrir botes yo sola, lo de arreglar el coche está a un nivel demasiado avanzado.
Besos!

Anónimo dijo...

Me apunto esa frase y me voy al baño a ensayar lo de la mirada gélida, que creo que le voy a dar mucho uso a ambas cosas.

Mi Álter Ego dijo...

Uy, si yo supiera lanzar miradas gélidas de esas... Aunque la usaría para otras cosas. He de reconocer que a mí, aunque me gusta aprender a hacer las cosas porque nunca se sabe, si lo consigo antes con un pestañeo, a pestañear se ha dicho. Jajaja. Un beso.

Key Hunters dijo...

El día que tenga yo que arreglar un coche, echará a arder. Como mínimo. Y tú sigue así, que ése es el espíritu :D

Amaranta dijo...

Olé tus huevos. Los que no tienes, quiero decir... ;-)